La escena de un crimen, un suicidio o una muerte natural no tiene ningún misterio para los “limpiadores”.

Aunque niega que su trabajo esté envuelto en el misterio, el treintañero se pone sin querer en el escenario de una serie estadounidense desde el principio. Julien Martel nos conduce a su despacho, donde hay contenedores de demostración alineados para los residuos sucios. No me gusta el término “limpiador”, esto no es Estados Unidos, la relación con la muerte no es la misma”, advierte. Ya he tenido, como una anécdota entre otras, una llamada de alguien que me dijo que tenía un “problema” y quería que viniera a limpiarlo, sin hacer preguntas. Y quería pagar en efectivo…”. Las insinuaciones y los silencios son largos. “Tenemos protocolos de intervención muy estrictos. Por ejemplo, en el caso de un homicidio, sólo intervenimos una vez que se han retirado los precintos; además, pedimos a la policía o a los gendarmes que estén presentes cuando se retiran y adjuntamos estos documentos a nuestro expediente. Es un trabajo en el que hay que ser muy riguroso, meticuloso pero también apasionado. En cuanto a las muertes naturales, el cuerpo debe haber permanecido en el lugar de los hechos durante al menos 48 horas, o la muerte debe deberse a una enfermedad infecciosa, vírica o bacteriana, de lo contrario no tenemos motivos para intervenir.